Energía solar en Colombia: un siglo de historia

Las fuentes alternativas de energía como la solar y la eólica están hoy en boca de todo el mundo, pero no son tan nuevas como parece. En Colombia, el uso de tecnologías teniendo como fuente de energía el sol data de los años 20 del siglo pasado. En esa época, hace ya un siglo, se introdujeron en el país los calentadores de agua solares por parte de las compañías bananeras que los instalaron en las casas de sus funcionarios en Santa Marta.

Las fuentes alternativas de energía como la solar y la eólica están hoy en boca de todo el mundo, pero no son tan nuevas como parece. En Colombia, el uso de tecnologías teniendo como fuente de energía el sol data de los años 20 del siglo pasado. En esa época, hace ya un siglo, se introdujeron en el país los calentadores de agua solares por parte de las compañías bananeras que los instalaron en las casas de sus funcionarios en Santa Marta. En esa época, los calentadores solares eran comunes en los estados de California y la Florida, Estados Unidos, y muy seguramente de allá los trajeron al país.

“Recuerdo que hacia mediados del siglo pasado los calentadores solares también se utilizaron en varias estaciones del ferrocarril en el medio y bajo Magdalena. Se colocaban sobre los techos de las estaciones y cumplían dos funciones: calentar agua y refrescar el interior de las edificaciones, pues al captar los rayos solares no permitían que estos calentaran las cubiertas”, dice el doctor en Física Humberto Rodríguez y profesor Emérito de la Universidad Nacional, profesor de la Universidad de Los Andes y miembro de Número de la Academia de Ciencias de Colombia, quien no solo ha participado en numerosos proyectos de energía solar en Colombia y Latinoamérica, sino que, a sus 74 años de edad, recorre esta historia con momentos decisivos, anécdotas, cifras, nombres y fechas exactas, con una memoria prodigiosa.

Luego, dice Rodríguez, a finales de los 60 una misión de la Unesco montó calentadores solares israelíes en la Universidad Industrial de Santander; y a mediados de los 70, la Fundación Centro Las Gaviotas, fundada y dirigida por Paolo Lugari, se dedicó a desarrollar aplicaciones térmicas de la energía solar.

En su centro experimental en la Orinoquia, el Centro Las Gaviotas fabricó los calentadores solares de agua que le dieron renombre mundial. Los primeros sistemas se instalaron en 1979 en la Urbanización Villa Valle de Aburrá, en Medellín, para 950 apartamentos. Posteriormente, durante los ochenta se montaron en Bogotá en Ciudad Tunal calentadores para 5.500 apartamentos, en Nueva Santafé para 1.260 apartamentos y en la urbanización Sauzalito en Ciudad Salitre para 1.250 apartamentos. También se instalaron calentadores solares de gran capacidad, como el de la antigua sede de la Empresa de Energía de Bogotá, sobre la avenida Eldorado.

Todo esto llevó a que a finales de los 80 el país fuera reconocido por tener uno de los mayores parques de calentadores solares en el mundo: cerca de 9.500 instalados por el Centro Las Gaviotas, más otro par de miles instalados por fabricantes de Manizales, Medellín y Cali.

Eso llevó a que el desaparecido Banco Central Hipotecario, gerenciado entonces por Mario Calderón Rivera, un entusiasta visionario de la aplicación de los calentadores solares en las viviendas, pensara en instalarlos en todos sus proyectos, pero la iniciativa debió ser desechada por la llegada masiva del gas natural, que, debido a su bajo costo, dejó congelado el desarrollo de los calentadores solares en el país.

“Los calentadores solares se pensaron como una alternativa para desplazar el consumo de energía eléctrica para calentar agua, porque antes se usaban los calentadores eléctricos tipo tanque de 30 galones, pero consumían demasiada energía. Así, en los 80 se expandió la energía solar térmica en Colombia y en los 90 se redujo porque llegó el gas natural, entonces la solar térmica cayó en el olvido, pero aquí se hicieron grandes instalaciones”, recuerda Rodríguez.

Energía solar vs gas natural

El doctor en Física participó en el estudio ‘Bogotá siglo XXI’ para la Empresa de Energía de Bogotá, y fue el encargado de la parte solar. Allí se mostraba que calentar agua con energía solar costaba la mitad de calentarla con electricidad, pero con gas costaba la cuarta parte de calentarla con electricidad, o sea la mitad de solar; luego el gas se impuso desde entonces.

Luego, la aplicación de la energía solar ya completa un siglo historia en el país. Pero hoy, en pleno siglo XXI, esta tecnología, especialmente la aplicada a la generación de electricidad con celdas solares, se ha vuelto a poner sobre la mesa de discusiones por las crisis que padece la humanidad: la crisis climática por el calentamiento global y la crisis energética, esta última especialmente en Europa, aupada por la invasión de Rusia a Ucrania.

Pareciera como si el hombre no aprendiera de las lecciones del pasado. Recordemos que la primera gran crisis del petróleo, en 1973, también fue provocada por una guerra: la del Yom Kipur, cuando Siria y Egipto atacaron sorpresivamente a Israel, lo que desembocaría en el embargo petrolero de los productores árabes a Occidente, que trajo como consecuencia la subida desproporcionada de los precios del crudo y el racionamiento de combustibles alrededor del mundo y, con ellos, la inflación.

“Cada vez que había una crisis energética se hablaba de la energía solar, pero no quedaba nada en firme; es decir, las nuevas tecnologías no alcanzaban la madurez y tampoco su punto de no retorno en la penetración del mercado para quedar establecidas después de una crisis”, sostiene Rodríguez. Pero esta vez, la energía solar fotovoltaica y la térmica si llegaron para quedarse.

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